lunes, 7 de mayo de 2018

Fragmentos de terror... ¡Maldita sea, solo espera tu turno!


¿Cuantos de nosotros podemos tener la paciencia y cordura de esperar toda nuestra vida?

¡Maldita sea, solo espera tu turno! 




Solo tenía que esperar la gente su turno, era todo lo que pedía Evaristo. ¿Era acaso mucho pedirles? Solo quería que tuvieran la paciencia que él tenían con los demás. En las filas del banco, cuando lo mandaban como mensajero, solo esperaba. En la fila de las tortas (cuando sus abusivos compañeros de oficina lo mandaban) también tenía que esperar, y ahí los torteros se hacían de la vista gorda y lo atendían al último, pues sabían que aparte de que pedía muchas tortas, las pedía con muchas especificaciones: “De milanesa sin jitomate pero con queso extra”, “la cubana sin jamón pero con piña”, “la de huevo sin mayonesa”, etc. Todo eso parecía fastidiarles y dejaban a Evaristo al último. ¿Y acaso él se enojaba? No, no al menos que lo notaran, se aguantaba y esperaba su maldito turno. También resulta que era el sacacopias en la oficina. Cuando llevaba su bonche de hojas para copiar, llegaban las secretarias y tenía que esperarse a que ellas sacaran primero sus juegos. “Ándale tú te tardas mucho, yo solo quiero un juego”, le decía una. “Oye, Eva, tu eres un experto copiador, sácame este juego y me lo llevas a mi lugar”, le decía otra rubia secretaria que usaba grandes escotes, todos sabían que su jefe llevaba años comiéndosela. Y muchas otras más, siempre amables y sonrientes para adelantarse a sacar copias. ¿Y qué hacía Evaristo?, solo esperar su maldito turno.