CUATRO INVITADOS
— Ya la tienes —dijo Tobías con su voz grave y autoritaria—. Ya solo mátala.
Jonathan se le quedó viendo a la mujer, la tenía
amarrada en el suelo y con la boca tapada. Y por idea de Tobias, estaba también
desnuda, solo la cubría una diminuta tanga negra. Eso le había provocado una
fuerte erección desde que la había tenido que desnudar.
— ¿Qué estas esperando? —rugió Tobias.
— ¿Qué no ves que le gusta esa puta? —dijo Jorge con su voz aguda y
taladrante—. Mírale su bulto de la entrepierna. Lo trae así desde que la
desnudo. Te dije que no le dijeras que hiciera eso. —Guardó silencio como si
estuviera esperando a que Tobías confirmará lo que había dicho. Jonathan se había puesto la mano delante para
cubrirse su hombría, aunque sabía que lo serviría de nada—. Y ahora se la
quiere follar, el canijo —agregó Jorge.