MANOLA
Manola se encontraba
dando vueltas en la habitación. Estaba todo oscuro y estaba sola. Había pensado
en pedirle ayuda a sus amigos, pero estaban ya todos dormidos, por lo que
tendría que hacer las cosas sola. La oscuridad de la habitación no era problema
para ella, sus ojos ya estaban acostumbrados a ello; de hecho, se sentía más
cómoda en la noche, solo que esta vez estaba inquieta y deseaba tener un poco
más de luz. Fue entonces cuando se acordó de la lámpara que estaba en el buró,
a lado de la cama. Así todo le sería más fácil, prendería la lámpara y podría
hacer su pendiente.