Hay seres que llegan a nuestra vida y nos cambian para siempre, para siempre...
MI QUERIDO
¡Como lo quiero! Más que quererlo, lo
amo. Es lo mejor que me ha pasado en mi vida, es más, si tuviera que elegir
entre mi mami y él, sin dudarlo, lo escogería a él. Y no es que no quiera a
mamá, al contrario, ella siempre me ayuda a peinar y me deja pasar horas y
horas jugando; pero mi querido es ahora lo más importante en mi vida.
Antes tenía yo
varios amigos que venían a jugar conmigo, la mayoría eran los hijos de la corte
de mi padre, el rey Magno; algunos otros, eran hijos de reyes de otros
imperios. Cuando solo venían niñas a visitarme, nos deleitábamos en mi casa de
muñecas que me habían construido en uno de nuestros jardines. Era una casa
pequeña en la que no cabíamos más de seis niñas, ahí nos gustaba jugar con
nuestras muñecas, tomar el té —que nos llevaba Yorú, la sirvienta—, y también
platicábamos las aventuras de nuestros padres y nos enseñábamos nuestras nuevas
prendas traídas de tierras e imperios lejanos. Pero cuando había niños de por
medio, la cosa se complicaba y no jugábamos en mi casa de muñecas; tu sabes,
los chicos son muy raros y solo piensan y quieren jugar a montar caballos y ser
grandes espadachines.
Pero esos días de
juegos con aquellos niños han quedado en el olvido. Y es que desde que él
llegó, mis antiguos amigos se han ido alejando. Y no es algo que me haga sentir
mal, solo que a veces pienso que no han sido tolerantes con mi nuevo amigo.
Quisiera que le hubieran dado una oportunidad de conocerlo y amarlo como yo lo
he hecho. Pero en lugar de eso, lo han juzgado muy duramente por su apariencia.
Me pidieron que no se los acercara y, además, se han burlado de su apariencia.
Lo han llamado monstruo horroroso.
Todo esto por supuesto que a él no le ha gustado, y por eso se ha ido
encargando de esos antiguos amiguitos míos, enseñándoles que eres su amigo o
eres su enemigo. Y todo este desprecio por su apariencia pasó sin que lo vieran
tal cual es. ¿Se imaginan cómo lo hubieran tratado si lo vieran como yo lo veo?
¡Mil veces peor! Todos lo ven como un pequeño muñeco peludo con un gran hocico
ancho y largo. Su apariencia me hace recordar a un toro y a un lobo. Pero esta
fachada es solo cuando no se siente en confianza, lo hermoso viene cuando se
transforma: su pelo se cambia por una elegante piel parduzca que me recuerda
mucho a las finas telas que mi padre le compra a los mercaderes del mar. Su
hocico se agranda más y le salen unos filosos colmillos, y sus pequeños cuernos
se agrandan como los de un carnero. Y si hay algo que me consta es el filo de
sus colmillos, pues el hijo del tesorero real murió a causa de su filo. Yo le
advertí que no le llamara a mi querido: “rata asquerosa de campo”. Pero el niño
nunca entendió y mi querido le tuvo que enseñar a respetarlo. Hace unos días,
Yorú me informó que habían encontrado el cuerpo del niño lleno de heridas. Los
guardias del reino, dijeron que había sido quizá por algunos ladrones del
camino o peor aún, algún animal salvaje. Solo yo sé que no fue ninguna de esas
dos causas, fue mi querido quien le dio una lección. Bueno, también Yorú, la
sirvienta, lo sabía, pues ella me lo regalo. Ella es una criada que fue
comprada en una cruzada que tuvo mi padre en tierras muy lejanas, es de piel
oscura y ojos muy negros. Cierto día, me dijo con su acento raro:
— Elena, yo te quelo mucho. Por eso te quelo dal un regallo. ¿Te gustaría adoptal a más grandel de todos?
Yo me imaginé que se refería a algún perro o gato, pero encantada acepté, y entonces me entregó a Amon. Al principio era un simple muñeco (como el que veían mis amigos), pero después se fue transformando poco a poco hasta que mostró su realidad. Y ahora no solo juego con él en la casa de muñecas, además, me ha prometido que con la ayuda de Yorú, le daremos vida a varias de mis muñecas. También durante largas platicas me ha ido contando todos sus secretos y sus planes…
Dice ser un demonio muy viejo, más viejo que la vida misma y los grandes árboles de mi jardín. Dice que ha recorrido todas las tierras existentes bajo distintas formas y en ellas ha gobernado bajo imperios de violencia y hostilidad. Nunca nadie se ha burlado de él sin sufrir su ira, tal cual le paso a otro de mis antiguos amigos: Ramar. Él era el hijo de un importante mercader árabe. Amon me contó que una vez que yo me entretuve con mis amigas y lo dejé solo un momento, mi antiguo amigo se atrevió a soltarle una patada a mi querido. Esto bastó que Amon le diese una lección, me contó que lo tasajeó tan finamente que colgó sus partes junto a las telas que vendía su padre. Eso la verdad me dio escalofrío, pero mi amor por él es mayor que sus atrocidades.
— Elena, yo te quelo mucho. Por eso te quelo dal un regallo. ¿Te gustaría adoptal a más grandel de todos?
Yo me imaginé que se refería a algún perro o gato, pero encantada acepté, y entonces me entregó a Amon. Al principio era un simple muñeco (como el que veían mis amigos), pero después se fue transformando poco a poco hasta que mostró su realidad. Y ahora no solo juego con él en la casa de muñecas, además, me ha prometido que con la ayuda de Yorú, le daremos vida a varias de mis muñecas. También durante largas platicas me ha ido contando todos sus secretos y sus planes…
Dice ser un demonio muy viejo, más viejo que la vida misma y los grandes árboles de mi jardín. Dice que ha recorrido todas las tierras existentes bajo distintas formas y en ellas ha gobernado bajo imperios de violencia y hostilidad. Nunca nadie se ha burlado de él sin sufrir su ira, tal cual le paso a otro de mis antiguos amigos: Ramar. Él era el hijo de un importante mercader árabe. Amon me contó que una vez que yo me entretuve con mis amigas y lo dejé solo un momento, mi antiguo amigo se atrevió a soltarle una patada a mi querido. Esto bastó que Amon le diese una lección, me contó que lo tasajeó tan finamente que colgó sus partes junto a las telas que vendía su padre. Eso la verdad me dio escalofrío, pero mi amor por él es mayor que sus atrocidades.
Sus problemas empezaron el día que se topó con una maga blanca que lo
encapsuló en el muñeco que ahora tengo.
Pero gracias a Yorú y a un favor que me ha pedido, podrá volver a un
cuerpo y continuar con un nuevo imperio.
Y hoy
me ha despertado diciéndome que había llegado el momento. Suspiré con fuerza,
pues quiero mucho a mi padre, pero lo quiero más a él. Me condujo hacia la
habitación de mis padres, ambos estaban acostados y no se movían, tan solo se
me quedaron viendo fijamente cuando entré. Yorú estaba alado de ellos con una
jarra de té a medias. Debía de haberles dado algún preparado que los había
inmovilizado.
Amon
se acercó a mi padre y con sus garras le hizo un corte en su ombligo, yo esperé
ver mucha sangra volando, pero no fue así, no le salió nada. Mi querido metió
su garra en el interior del abdomen de mi padre, como si fuese un hoyo en la
tierra, y comenzó a sacar una luz grisácea. No sé qué era eso que estaba
sacando de mi padre, pero conforme lo hacía, los ojos de mi padre se fueron
apagando.
— Su ser
—me dijo Yorú al verme angustiada—. Su vida.
Amon
volteó a verme, me sonrió y por aquel hoyo del abdomen, se sumergió en mi
padre.
Mas se
tardó en entrar, que los ojos de mi padre en cobrar vida de nuevo. Pero ya no
era mi viejo rey Magno, ahora era mi querido Amon.
Yorú
se desnudó y se acercó a mi madre, le arrancó las ropas de dormir. Se acostó
encima de ella, la empezó a acariciar de manera muy rara, no como me solían
acariciar mis padres, sino de otra forma, supongo que así son las caricias
entre adultos. Después de una manoseada a mi madre, Yorú se le quedó viendo a
los ojos y la besó.
Nunca
creí ver a dos mujeres besándose. Al principio el cuerpo de mi madre empezó a
moverse de un lado a otro, después, dejo de moverse. Esperé impaciente unos
segundos mientras mi querido, ahora en el cuerpo de mi padre, estaba a mi lado,
poniéndome su mano en mi hombro, en señal de apoyo. Entonces, mi madre se movió
y arrojó a Yorú a un lado, ahora el cuerpo de la sirvienta, era el que estaba
sin vida y tirado en el suelo.
Mi
madre se levantó y se acercó a nosotros, y al ver sus ojos, supe que ya tampoco
era mi mamita, ahora era Yorú.
Me limpié
una lagrima de mis ojos y le pregunté a Amon:
— ¿Entonces
si podrás darles vida a mis muñecas?
Amon
me sonrió con la boca de mi padre, me acarició mis cabellos y mirando hacia el
ventanal desde donde se veía su imperio y un lejano horizonte, me respondió:
— Claro,
querida. Les iremos dando vida una a una. Pero por ahora tengo tierras que
conquistar y sangre que derramar.
Emocionada
los abracé, ahora, eran mi nueva familia.
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