lunes, 19 de marzo de 2018

Fragmentos de terror.... MEDIDAS EXTREMAS


Una madre hace lo que sea por la educación de sus hija... lo que sea...


MEDIDAS EXTREMAS 


Las medidas habían tenido que ser extremas, ella no lo hubiera querido así, le dolía, en verdad le dolía hacerle todo eso a su hija pero no tenía opción.

  La adolescencia y juventud le había llegado a su pequeña antes de lo previsto, y con ello las tentaciones. Todo había comenzado en la computadora y las redes sociales: invitaciones y amigos nuevos. Susana, su hija, empezó a mostrar interés por los chicos, en una ocasión tuvo la osadía de decirle que le gustaba un chico desconocido de 20 años. Esa vez aquella situación rebasó su paciencia y como buena madre, tuvo que corregirla con una bofetada. También la estuvo vigilando los días siguientes mientras hacia su tarea en el ordenador, todo pareció ir bien durante dos semanas, entonces más confiada, volvió a dejar a su hija sola. Hasta que un día la descubrió de nuevo metida en las redes sociales, entonces estalló y aparte de azotarla media hora, le quitó la computadora. Se encargó de hacer una carta a los profesores indicándoles que por causas de fuerza mayor su hija no podría llevar sus tareas hechas en la computadora y las estaría llevando a mano. 






  El tiempo pasó y viendo a Susana demasiado tranquila, un día le revisó sus cuadernos. En uno de ellos en las hojas finales encontró unos mensajes con corazones, no era letra de su hija y decían: “Te amo Susi”, “te quiero muxoo”, “1 mes rechido”.

  Eso le bastó para perder la cordura. Sabía lo que tendría que hacer, y antes de hacerlo, le pidió perdón a Jesús por tener que llegar a esos extremos. Entonces se sentó a rezar el rosario y esperar a Susana. Su hija llegó muy contenta y con una gran sonrisa, fue entonces que su madre confirmó que venía de pecar con su novio.

  — ¿Ya te ha manoseado tu novio? —le dijo apenas la tuvo cerca, le jaló el cabello hasta hacerla hincarse a su lado—. ¿Has permitido que te toquetee tu sagrada intimidad?

  — No, mamá. ¿Cómo crees, de que hablas?

  Su madre le aventó hacia el cuaderno, Susana lloró y le dijo que solo era su novio y nada más, que solo se habían dado besos en la boca.

  — Besos —repitió la madre compungida— ¿Y te gusta verlo? —Susana asintió, entonces su progenitora aseguró—: ¿Entonces se han tomado de la mano y debo suponer que hasta te gusta su voz?

  — Mamá, solo somos novios, como tantos que hay. Todos a mi edad ya lo tienen.

  Susana permanecía aun hincada en el suelo, dándole la espalda a su madre, no podía sostenerle la mirada, por ello no vio cuando su mamá tomó un florero y se lo estrelló en la cabeza.

  — ¡Tu no serás igual de pecadora que ellos!

  Después de ello, hizo gala de sus dotes de costurera y enfermera. Se dedicó con esmero a quitarle cualquier entrada de pecado a su hija. Le cosió la boca para que no lo besara; los ojos para que no lo viera y se excitara con él, los oídos para que no la embaucara con sus frases sacrílegas y los labios vaginales para que solo pudiera orinar. Aquello fue solo el principio, y después se animó a cortarle los dedos de las manos pues podía acariciar a su novio y pecar. Tuvo que anestesiarla y suministrarle muchos antibióticos. Para una enfermera que nunca ejerció, aquello resultó ser una maravilla y su hija vivió a pesar de todas aquellas torturas. Ahora ella la cuidaría y le daría de comer.

  Orgullosa por sus actos le contó al sacerdote sus acciones, y este fuera de elogiarla, le dijo: “¿Qué no sabes que los rayos del sol también pueden extasiarla?”. Entonces la abnegada madre corrió, y aunque le dolió en el alma, la dejó en penumbras en su cuarto, así le evitaría que el sol la excitase, pero si aquello no funcionaba tendría que verse en la necesidad de despellejarla. Cualquier medida extrema con tal de alejarla del pecado.


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