jueves, 4 de junio de 2020

Fragmentos de terror... EL PASAJE DE LAS TORTURAS

Existen lugares donde es mejor ni siquiera investigar...



El PASAJE DE LAS TORTURAS



Aquel viejo mito decía que en uno de los pasajes del infierno había un lugar específico donde las huestes demoníacas se encargaban de atormentar a todos los condenados. Y Jordania había recorrido todas las bibliotecas de la Ciudad de México y de los alrededores buscando todo el libro que le diese información de ello. La mayoría de las veces se encontraba algún dato breve en algún libro de la historia de la inquisición o en alguna enciclopedia, eran pequeños datos que le ayudaban a construir la verdad. También recorrió toda la web y hasta la Deep web buscando información.









  Al final armó su investigación y concluyó que sí existía que el pasaje de las torturas, y esa noticia como tal debía de contársela a su mejor amiga. Le habló por teléfono y le dijo que además de que este pasaje estaba en el séptimo círculo del infierno que era el de la violencia, (contrario a los que creían que estaba en el sexto que era el de la herejía), era regido por Astaroth, el demonio más sanguinario. Y la información más importante era que existían formas de poder acceder a este lugar sin tener que morirse y ser condenado.

  Jordania dudo en darle más información a su amiga, pues esta era una darketa obsesiva capaz de vender a su madre con tal de ver algo sobrenatural; muy contrario a ella, la cual era una investigadora oscura pero amante de la verdad y las pruebas tangibles. Sin embargo al final decidió que le diría el resto, pues era muy difícil que su amiga por más loca que estuviese intentase hacer algo.

  Le contó que para poder acceder a este pasaje se necesitaba el permiso de Astaroth. Y para ello se requería hacer un ritual con unas velas negras en forma de estrella, donde se debía de trazar un pentágono con la sangre del ciclo menstrual de la mujer que estuviera haciendo el rito. El interior de la Estrella debía ser rellenado con tierra negra de panteón y sal. Enfrente debía de haber un espejo para poder ser el transmisor y portal de entrada. Al establecerse contacto con el demonio, le pediría algún tipo de sacrificio a la mujer para poder entrar.

  Jordania le advirtió a su amiga que todo aquello era teoría y que no se le fuese a ocurrir nada de aquello. Terminó la llamada, apagó su celular y se fue a dormir, estaba contenta con sus investigaciones y convencida de que ese sería el primer logro de muchos más para su su futuro libro de: “Mitos demoníacos de la humanidad”



II

Jordania se levantó a las tres de la mañana al baño, estaba inquieta y con angustia por su amiga Úrsula, era el tipo de intuición que le decía que algo no estaba bien y que había sido un error decirle todo lo que sabía sobre el pasaje de las torturas.

  Prendió su celular para averiguar si su amiga estaba bien, enseguida le entraron una veintena de mensajes de WhatsApp de Úrsula. Eran a diferentes horas, y había estado tratando de comunicar con ella. Los fue leyendo y se enteró de que su amiga había conseguido todo para el ritual, incluso le mandó fotos de la estrella terminada, no tenía idea de cómo había hecho para conseguir la tierra de panteón o la sangre de su período. Si bien podía haber sido que estuviese en sus días, pero de aquello a tener tanta sangre en tan poco tiempo como para trazar un círculo era casi imposible. El último de los mensajes decía que unos ruidos dentro del espejo estaban dándose y que seguramente era Astaroth, el cual aparecería en cualquier momento para llevarla al pasaje de las torturas.

  Jordania se maldijo por ser tan tonta al decirle todo a su amiga, la cual podría estar en un gran aprieto. Intento mandarle mensajes e inclusive hablarle, pero su celular estaba apagado. Tampoco podía ir corriendo a su casa y decirles a sus padres que le dejasen ver a su hija para vigilarla que un demonio no se la hubiese raptado. Estaba entre la espada y la pared, tendría que esperar hasta que amaneciera y pudiera hacer algo. Intentó dormir pero tuvo constantes pesadillas con los más oscuros eres del averno.

III

Al día siguiente la mamá de Úrsula contacto a Jordania muy temprano para preguntarle por su hija, le dijo que en su cuarto había encontrado unas cosas raras pero que no había ningún rastro de su hija y ninguna señal de que esta hubiese escapado. Enseguida Jordania fue a ver la casa de su amiga y al entrar a su cuarto se dio cuenta de que la cruz de tierra y sal, y el espejo roto. Eso significaba que, si en verdad su amiga entrado a aquel sitio y el espejo se había roto, no tendría forma de regresar. En ese momento recordó Jordania que le había faltado darle un dato muy importante para proteger el espejo y que no se cerrará que el portal.

   Se despidió Jordania y no fue a preguntarle a las amistades ni a averiguar a dónde podría estar su amiga, pues ya lo sabía. Se las ingenió para conseguir la tierra de panteón, afortunadamente estaba menstruando pero no solía sangrar mucho, por lo que combinó la sangre con la de una cortada en su mano que se hizo, esperando que esto no rompiera la vitalidad del ritual. Preparó el resto y comenzó el Rito.

  Después de un rato el espejo comenzó a vibrar y dejó de reflejar el interior del cuarto, tras un sonido agudo una silueta de un ser se asomó. Jordania comenzó a temblar, una cosa era ver libros de ritos y documentales, y otra muy diferente estar en uno de ellos. Entonces el rostro que había visto al principio se tornó más claro desde el otro lado del espejo: tenía unos cuernos de carnero y unos pequeños ojos rojos que la veían fijamente. Aquel ser demoniaco debía de ser Astaroth o por lo menos su secretario. Aquel ente no hablo pero Jordania entendía por telepatía los mensajes

  -  ¿Qué es lo que quieres? -le dijo.

  - Quiero saber si mi amiga está contigo. Yo le di este ritual, ella lo hizo y ahora está desaparecida.

  - ¿Sólo para esa estupidez me has invocado?

  Jordania pensó que aquel ser tenía razón, debía de haber pensado en decirle algo más inteligente, pero solo tuvo cabeza para hacer el rito y que funsionase.

  - Sí, quiero pedirte que la dejes salir

  La entidad soltó una risotada salvaje.

  - Si tanto te preocupa, entra a por ella y sálvala.

  Jordania ya había pensado en que le dijese eso el demonio, mas no por ello sintió un escalofrio que la recorrió de principio a fin.

  - ¿Y qué debo hacer?

  - Córtate tu dedo chico del pie.

  Aquello era una estupidez o una alucinación y no podía estar pasando, volteó hacia todos lados del cuarto para ver si había algún truco o algún proyector de su laptop imitando aquella imagen sobre el espejo, más todo estaba oscuro tal y como debía de estar para el rito. Y lo cierto era que, si no iba por su amiga a rescatarla, no podría vivir el resto de su vida con un remordimiento como aquel.

  - Lo haré - le dijo y tomó un cuchillo.

IV

Después de que Jordania vio un chorro de sangre salir de su pie y el pedazo del dedo cayendo al suelo, sintió su visión borrosa y perdió el conocimiento. Cuando se despertó ya no estaba en su cuarto, se encontraba en un sitio con grandes paredes grises cubiertas por venas rojas que palpitaban incesantes, el piso estaba húmedo y pegajoso. La chica se levantó con asco y se miró el pie, su dedo estaba ahí. Esto le hizo creer que todo había sido un sueño y cuando despertará su amiga estaría viva. Mientras recorrería ese sitio en lo que despertaba de esa pesadilla. Conforme fue avanzando pudo escuchar unos gritos desgarradores de diferentes lados. Ni siquiera en las mejores películas de terror que había oído gritos con semejante dolor. Con ello ya no le cabía duda de que estaba soñando con el pasaje de las torturas.

  A través de aquellos pasadizos había cuartos desde donde provenían los gritos. Se armó de valor cuando llegó hasta el primero para ver en su interior, pensando que algún ser demoniaco le brincaría encima, más combatió su miedo y recordó que todo era un sueño y nada le podría pasar. Asomó la cabeza y vio en el interior a un hombre pequeño que estaba siendo sujetado por cuatro demonios en cada extremidad, los cuales lo jalaban con todas sus fuerzas tratando de desmembrarlo. Jordania no aguanto más aquella escena y los gritos inconsolables del hombre, siguió caminando por aquel suelo viscoso.

  A pesar de su miedo no pudo resistir la tentación y miró el siguiente cuarto donde un hombre pedía ayuda, estaba sobre una cama amarrado mientras unas ratas lo iban devorando desde los pies, algunas otras se le estaban metiendo en las entrañas y gustosas sacaban sus intestinos para el resto de sus compañeras que esperaban por fuera con ansias el festín.

  Jordania intentó vomitar más no tenía nada en su estómago. Prosiguió su camino deseando despertarse ya, era demasiado para ella. Incluso se dio un pellizco en el brazo para ver si eso lo hacía volver a la realidad. Le dolió bastante y no le sirvió de nada.

  En la siguiente habitación había una mujer estaba desnuda y con las piernas abiertas. Un ser deforme con tres brazos estaba metiendo y sacando un enorme palo con púas sobre la vagina de la desdichada mujer, que sangraba sin parar. Atrás de aquel ser había otros más con palos con clavos y ganzúas esperando su turno para introducirlo en la mujer.

  A pesar de que ya no quería seguir viendo, en cada nuevo cuarto volteaba por lo menos de reojo a mirar que tormento había en ese lugar, y conforme avanzaba era cada vez peor que el anterior. Por más que hacía y deshacía no podía despertarse, por lo que empezó a dudar si aquello era un sueño. Volvió a mirar su pie y lo vio completo. Trataría de buscar a Ursula y quizá con eso lograría despertar.

  - ¡Úrsula, Úrsula! –Gritó- Vine por ti, dime dónde estás.

  Siguió avanzando y revisando en cada cuarto si no encontraba a su amiga. Continuó gritando hasta que le pareció escuchar a Úrsula contestarle.

  - Úrsula, ¿eres tú? - repitió esperando no fuera ella. Al entrar aquel mundo hubiera querido encontrar rápido a su amiga y largarse, más ahora que había visto tantas abominaciones ya no quería localizarla pues temía estuviera siendo torturada también. Seguía creyendo que todo aquello era un sueño más quería que todo acabase.

  - Sí, soy yo, ayúdame –respondieron desde el cuarto próximo. A pesar de que la voz se oía lejana, no le cupo la menor duda de que era ella, su voz chillona y gangosa era inconfundible. Cerró los ojos y respiró muy profundo para concentrarse en toda su fuerza interior y poder avanzar hacia ese cuarto.

  En el cuarto no había demonios ni seres grotescos, tan solo vio un cubo de cristales transparentes con una persona dentro. Jordania se acercó para encontrar en el interior a una mujer atada. El cristal estaba empañado, con mucho cuidado limpio con su antebrazo el vaho formado y, para su desdicha, corroboró que era Úrsula la que estaba dentro. Se encontraba amarrada de diferentes alambres incrustados en su cuerpo, los cuales estaban sujetados hacia los bordes del cubo. Su cara estaba echada hacia atrás jalada por un alambre sujeto del cabello.

  - Ayúdame – le dijo Úrsula con la voz cansada y casi apagada.

  - Si, yo te sacaré -le dijo viendo los alambres que amarraban el cuerpo hacia el cubo, pero en ese instante se percató de que las extremidades de su amiga habían sido cortadas y cambiadas por unas varillas. Ahora Úrsula no era más que un torso humano, una rara maqueta concebida sacada de la más enferma mente de un diseñador gráfico.

  Comenzó a mirar el cubo y los alrededores para ver cómo podía sacarla.

  - Aun cuando la sacarás, mírala como ha quedado la pobre - dijo una voz a su lado. Jordania volteó y vio a aquel ser que había visto través del espejo, era descomunal, debía de medir más de dos metros, tenía dos cuernos enrollados hacia atrás como un carnero y un cuerpo musculado. Sus ojos eran muy pequeños en proporción a su cuerpo. Despedía un olor dulzón y agradable, hasta embriagador-. Si sale de aquí vivirá el resto de su mísera existencia inválida, dependiente y como un vegetal inútil.

  Aquel demonio tenía razón, más a Jordania no le importaba, lo único que quería era que acabase esa pesadilla. Al despertar todo volvería a la normalidad.

  - Yo la he metido en todo este lío, así que yo la voy a sacar.

  - Adelante, como te lo dije en el trato la puedes sacar en el momento en el que quieras. Más solo pacta lo que quedamos para que puedas salir. Un dedo por persona.

  El ser demoniaco desapareció y sobre el piso Jordania vio un cuchillo, ahora sabía lo que tenía que hacer.



V

Jordania logró salvarse del desangramiento que tuvo aquella vez y restauró su vida casi en su totalidad. Consiguió un trabajo decente con su carrera trunca como ayudante de bibliotecaria. Regresando a su casa dejaba su chaleco, tomaba un poco de jugo y comía algo, para después ir a ver a su amiga Úrsula, la cual estaba en una cama. Tenía que cambiarle el pañal, darle de comer y socorrerla en todo lo que una persona amputada de piernas y brazos requiriese. Al final de eso se bañaba y se preparaba para dormir y levantarse muy temprano para poder irse a trabajar. Ya se había acostumbrado a no tener tres dedos de sus pies y pronto se olvidó de ellos. Lo que siempre le costaba mucho trabajo era de dormir, pues sus sueños eran intranquilos y siempre tornaban en base al pasaje de las torturas y todas las atrocidades que había visto ahí. Al final esperaba que, al morir, sus buenas acciones fueran más que las malas y no fuese condenada a ir a ese lugar de tormentos.

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