lunes, 4 de mayo de 2020

Fragmentos de terror... TANTOS CUERPOS



A veces se presentan problemas que hay que solucionar como sea...


TANTOS CUERPOS


1

Al principio como en todo plan económico y político bien pensado, sólo estaba concebido cierta propagación del virus y la muerte de unos cuantos (5,000 a lo sumo), y la mayoría serían en China y sus países vecinos, pues al final era ahí donde se quería ser el daño principal para tirar su economía y, a su vez, que terminarán siendo los malos del cuento. Sí habían concebido que se esparciera a varios países, e incluso elaboraron el discurso que le darían a cada presidente de cada país de cada continente para que no sólo tomará las medidas pertinentes (dependiendo de la ideología de cada sujeto, era la forma en la que tenían que actuar), para que cada dirigente manipulara a los medios para difundir el miedo a su nación y a su vez supiera bien maquillar las cifras de los contagiados y los muertos entre los dirigentes de su sector de salud.

  Más aún en el mejor de los planes concebidos siempre surgen variables no controlables o que se salen de los parámetros pensados: Y esa variable era la gente.








  La gente no sólo se encargó de propagar el virus hasta el lugar más recóndito del planeta Tierra, sino que con sus miedos y temores también cimentados por parte de todos los medios de comunicación, empezaron hacer empezaron a contagiarse y a morir en grandes cantidades. Y conforme el tiempo pasó no hubo que maquillar ni inflar las cifras pues los muertos eran reales y por miles.

  Entonces empezó a surgir un gran problema pues una cosa iba a ser tratar con los 5000-6000 muertos que se tenían concebidos para esta primera fase, y otra muy diferente estaba haciendo el ya casi medio millón de muertos que se estaban dando. Todo aquello se estaba volviendo en la prioridad máxima solucionar y, a pesar de que todos los familiares exigían los cuerpos de sus fallecidos por las mismas medidas sanitarias, no se los entregaban para que los hacen y los enterraron en un cementerio como a cualquier muerto.

  En su silla de la OMS, Joseph estaba dándole vueltas y vueltas a todo este asunto, tenía rato que le dolía la cabeza pero no podía darse el lujo de tomar un descanso hasta encontrar una solución, pues los mandatarios de cada país exigían a qué hacer con todos tus muertos acumulados.

  - ¿Y que han pensado? -le preguntó a su comité- ¿Qué solución tenemos?

  - El problema es que se ha salido todo esto de control -dijo un hombre negro de impecable traje -. Las muertes masivas eran hasta el año siguiente con la mutación del COVID, pero no en este momento.

  Joseph levantó los ojos, no les pagaba a esos inútiles para que le dijeran lo que ya sabía él, quería soluciones.

  - ¿Y que han pensado entonces? – repitió más enérgico.

  El hombre negro se quedó callado sin saber qué decir, todo parecía indicar que nadie más hablaría hasta que un hombre bajo de ojos rasgados dijo:

  - Podemos hacer experimentos con los cuerpos inyectándoles el COVID-38 para ver qué sucede en sus organismos, y en general revisar qué pasa con los virus y el sistema inmunológico.

  De momento a Joseph se le hizo una soberana estupidez, pero tras meditarlo un poco se llevó la mano al mentón, cosa que siempre decía cuando pensaba seriamente en algo. Después de todo, aquello podía ser una buena idea. Pero sólo serviría para algunos cuerpos, y en realidad no resolvía su prioridad. Aunque la idea le empezó a fascinar bastante, le vino a la mente una película de bajo presupuesto de unos muertos vivientes causados por inyecciones hace un par de semanas. Si, aquella idea no solucionaría sus problemas pero le podía dar más créditos e ideas ante los Illuminati. Entonces decidió usar su plan B en lo que se le ocurría algo más a él, o a aquellos imbéciles de su comité.

  - Díganle a los mandatarios que de momento incineren los cuerpos y que sigan sin entregárselos a los familiares. No pueden ni siquiera verlos. Ya después les daré nuevas órdenes en lo que pensamos que hacer. También quiero que me manden de forma urgente uno de cada 50 muertos para los experimentos.




2

Alessio era uno de los encargados de hacer las pruebas en los cuerpos, sacaba muestras de los cadáveres y analizaba con la sangre y las células las reacciones después de inyectar el COVID-38 en el torrente sanguíneo. Después esperaba ciertos intervalos de tiempo para seguir tomando muestras hasta que pudiera haber algún cambio, o que la descomposición del cuerpo ya no lo dejase trabajar.

  Y así lo fue haciendo con 15 cadáveres a la vez llevando rigurosas estadísticas y controles ante cada mínimo cambio. No sabía actualmente que era lo que querían encontrar los que habían dirigido esa orden, pero Alessio hacia su trabajo con todo rigor y profesionalismo. Tal cual sabia hacer y le había llevado hasta ese puesto a lo largo de su carrera.

  Respecto a los cuerpos no sufrían ningún cambio y su descomposición orgánica era normal. El único cambio notorio era una nueva mutación en el virus al combinarse el 19 con el 38. Era una combinación muy diferente a la que se había hecho en los laboratorios con el virus por sí solo, todo parecía indicar que al estar el virus en el cuerpo del cadáver creaba una nueva mutación. Y aquella nueva especie tenía otra estructura de ADN que nunca había visto.

  Alessio estaba exhausto llevaba más de diez horas trabajando sin parar, le habían dicho que tenía que cubrir un par de horas más y después podría dormirse unas 6 horas en los dormitorios de las instalaciones, pues debía de seguir trabajando ya que aquello tenía una prioridad máxima. No había tiempos ni permisos para descansos para salir de ahí. Tenía su tercera taza de café expreso en la mano que le temblaba, además de su cansancio, el miedo y la ansiedad que lo tenían más nervioso. Le dio un sorbo a su bebida y al dejarla sobre la mesa esta se volteó. El líquido se regó con rapidez sobre todo el escritorio mojándose las hojas con los informes. Las tenía respaldadas en la computadora pero había unas anotaciones a mano que no estaban todavía registradas en el CPU. Furioso comenzó a limpiar y mover los folders para evitar que se siguiesen empapando, en su desesperación su mano rozó con un par de las últimas muestras de jeringas que había usado. Una de ellas se le clavó sólo por un segundo en el dorso de la mano. Aterrado la arrojó al suelo y olvidándose del café que se seguía expandiendo por todo el escritorio, corrió a por una vacuna contra el COVID.



3

Las vacunas estaban en un aparador protegido. Eran sólo una docena de ellas y estaban pensadas exclusivamente para emergencias para los operarios en turno.

  - ¿Qué te pasa? -le preguntó Bowy a Alessio al verlo llegar pálido como la leche, era el supervisor de turno y encargado de todo aquel material.

  - Mierda, me he picado con una jeringa de los experimentos -sudaba a chorros-, dadme una vacuna.

  - Muy bien, pero tú sabes que hay un protocolo sanitario y la restricción de los antídotos...

  - Me vale una puta madre los protocolos -dio un golpe en el escritorio de Bowy-. ¿Qué no entiendes que hay una nueva mutación que se ha creado en los experimentos y ahora mismo me he pinchado con una de esas agujas?

  - Tranquilo, Alessio. De entrada hay que ver si entró en contacto con tu sangre, mientras vamos a llenar el formulario para que lo autorice el director y te puedan dar tu antídoto.

  - ¡Maldición no hay tiempo!

  - No seas extremista, no es el phyllobates terribilis para que te mueras. Si te infectó este pinchazo solo es cuestión de que te pongas el antídoto, tú bien sabes que tienes hasta quince días en lo que vas desarrollando los síntomas, y a más tardar mañana estaría autorizada tu dosis. En un rato más te daré un chequeo para ver que todo esté bien contido y estés más tranquilo.

  Alessio quiso seguir alegando más vio que eso solo alentaría más las cosas y no convencería a su supervisor de qué le diese nada, al final los protocolos eran los protocolos. Regresó a su laboratorio recordando el café que se derramaba por los papeles de trabajo, término de rescatar lo que pudo, después se enfocó en la jeringa con la que se había picado, debía de analizarla para ver si tenía rastros del virus. La colocó sobre el microscopio para detectar algo, al parecer no había ningún rastro. Quizá debió de sanitizarla después de haber inyectado la muestra, no lo recordaba a ciencia cierta, pero eso debió de pasar. Sí, debió de ser así, la jeringa estaba limpia y él también, y el inyectarse el antídoto sólo le podía traer problemas de salud. Aunque también existía la posibilidad de que el virus si hubiese estado en el metal y al entrar en contacto con su piel se le hubiese pasado, y aunque no había rastros de sangre en la aguja, si había unas cuantas células suyas impregnadas en el metal. Como no sabía que había pasado en realidad lo mejor será irse a ponerse aquella vacuna, pero eso tardaría hasta el día de mañana por lo mientras debiera tomarse sus seis horas de siesta. Debía de descansar para seguir trabajando, no podía darse el lujo de que lo corrieran pues aquel sueldo que percibía ni en la farmacéutica más grande del mundo lo recibiría. Se fue a su cuarto a descansar.



4

Alessio despertó una hora antes de lo planeado y no fue por ansiedad ni por pesadillas, o por algún otro empleado que hubiese entrado a descansar. Lo que lo despertó fue un hambre atroz, no recordaba a qué hora había comido algo, pero la hora a la que hubiese sido su apetencia era demencial, nunca había sentido algo así. Tenía que comer algo rápido. Salió del cuarto de descanso guiado por un intenso aroma que le hacía gruñir su estómago, era como un vagabundo guiado por el olor de algún vecino que hace su parrillada en el jardín en un pleno domingo. Se encontró a varios de sus compañeros en el pasillo que lo miraron raro, le preguntaban si algo le pasaba más Alessio no les contestaba. Más allá de que la esclerótica de sus ojos estuviese amarillenta o estuviese sacando espuma por la boca, la misma actitud y su nariz moviéndose de un lado a otro como la de mi sabueso lo delataba. Llevaba los brazos flexionados a la altura de sus costillas y sus manos estaban en pose de garras filosas apunto de atacar. Sus compañeros murmuraban entre ellos, decidieron irle a avisar a Bowy el comportamiento de su compañero.

  A Alessio nada de eso le importó, solo entró en su laboratorio guiado por su olfato y por su hambre. Destapó uno de los cadáveres de las camillas que tenía en la que tenía la etiqueta de “COVID19-mex-t1-10/04/20" y el grato olor lo inundó de lleno, esta era su parrillada buscada Salivo sólo de imaginar su exquisito aroma y comenzó a comer.

  Cuando llegó Bowy con el resto de científicos y vieron aquel espectáculo, les llamó a los vigilantes para sedarlo y llevarlo a un cuarto de aislamiento. Ahora a Bowy no le cabía duda de que no sólo se había infectado con la jeringuilla, la cuestión era saber que nueva mutación se le había pegado para comportarse así y en tan poco tiempo.



5

Joseph se había ido a descansar unas cuantas horas a un Penthouse que tenía cerca de las instalaciones de la OMS. No era su residencia base pero solía usarla cuando había mucho trabajo por hacer y no podía trasladarse a su casa.

  Apenas se había sumergido en su jacuzzi con una copa de “Martin Millers” en la mano y un par de exuberantes escorts cubanas que lo esperaban en el agua - nada mejor que el sexo y la mejor ginebra para relajarse y desestresarse-, cuando su criado le dijo que tenía una llamada urgente. Se maldijo a sí mismo y volteó a ver a las mujeres que estaban tijereteándose entre ellas. Odio no poder quedarse a mirarlas para después participar en aquellas caricias, salió en pelotas a tomar la llamada.

  - Ya está todo listo, señor Joseph - le dijo su asistente desde el otro lado-. Es preciso que venga para que apruebe todo y con ello se solucione el problema.

  - Eso espero, estaba haciendo algo muy importante. Voy para allá.

  Miró por última vez a las cubanas que frotaban sus lenguas en un intenso beso, y le indicó a su criado les pagará sus honorarios y les dijese que ese show se lo darían para otro día.

  Llegó a las instalaciones denominadas “DS Proyecto COVID-19". Lo recibió un grupo de empleados que le pusieron un equipo de protección biológico que contenía una máscara de gas con un tanque de oxígeno para que pudiese respirar sin problemas hasta por media hora. Una vez que se aseguraron que todo su cuerpo estuviera perfectamente aislado, lo llevaron a través de varias habitaciones hasta llegar a una compuerta blindada donde estaba su asistente con un traje similar. Introdujeron un código para que pudieran accesar. Adentro era una enorme sala que antaño había fungido como hospital psiquiátrico. En medio de esto estaba un apilado de cuerpos que formaban una montaña que debía alcanzar hasta los 4 metros. A Joseph le recordó aquellas fotos donde salían todos los cuerpos que los nazis juntaban con los judíos. En toda la periferia de la montaña de cadáveres, había unos cuantos hombres y mujeres hasta abajo agachados cercenando y comiéndose a los cuerpos.

  - Como le habíamos informado, estos son los efectos de la nueva cepa de virus que de momento le hemos llamado “CO-T2" -le dijo su asistente a través de un micrófono que venía integrado en su equipo de protección, pues de otra manera no se podrían oír entre ellos debido al aislamiento de sus trajes-. La cual es un hambre insaciable de cadáveres, no quieren ningún otro tipo de alimento, solo muertos y entre más putrefactos estén parecen disfrutarlos más. Estos infectados nunca se cansan de comer y comer, al grado que ni siquiera dejan de hacerlo para defecar -le señaló hacia un par de hombres que estaban en cuclillas evacuando mientras seguían comiéndose un pedazo podrido de muslo.

  Josep trató de contener las náuseas, agradeció tener ese traje para no poder oler nada de aquel infierno que tenía delante de sí.

  - ¿Y el primer contagiado sigue con los mismos síntomas? - preguntó.

  - Así es – dijo señalándole a un hombre que estaba en la esquina derecha devorando con ansias un pie-. Se llama Alessio y fue el que descubrió esa mutación y luego se infectó. Como lo ve, fuera de que su apetito se haya calmado parece incrementar cada vez más.

  Joseph sonrío, los problemas estaban solucionados y los cadáveres acumulados tendrían un destino al fin. Salió del cuarto dantesco para reunirse con su comité y darle las indicaciones que debían de difundir entre cada presidente del mundo. Aparte del sexo lo que más le gustaba eran los triunfos y la posibilidad de ser el estratega del destino de billones de personas. Y ésta era una ocasión en la que la felicidad que le habían dado aquellos comedores de cadáveres, había sido aún mayor que la que se había perdido en el jacuzzi de su Penthouse. Ahora no solo estaría tranquilo, sino que tenía un arma biológica que en su debido momento podría presentar a los encargados para la siguiente guerra venidera. Se fue tarareando de felicidad.


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