lunes, 10 de octubre de 2016

Fragmentos de terror... La leyenda de Alejandra


LA LEYENDA DE ALEJANDRA


Dicen que todo imperio vampírico tiene un origen... 


Alexa (Alejandra cuando vivía) es una de las más temidas hechiceras líderes de la legión vampírica de la región Zelta. Es muy conocida por su maldad sin precedentes, tanto así, que la gente de Zacatecas la tiene más que como leyenda, como una diosa de la maldad de la que hay que estar siempre protegido. En la casa de cada pueblo, sobre las puertas de madera, reposa una cruz que tiene que ser bendecida por tres sacerdotes para funcionar. La cruz debe de estar envuelta de un círculo de ajos y especies con un espejo hexagonal encima. La gente sabe que si en algo falla su amuleto de protección, en las noches o hasta en pleno día—, Alexa puede entrar y hacer de las suyas en su hogar.






Dicen que  con su mirada penetrante es capaz de hipnotizar —y hasta enamorar— a los hombres para que hagan lo que les pide. Perdidos de su voluntad, las personas le entregan a sus hijos y nunca más los vuelven a ver. Se dice que la malvada vampira Alexa, se lleva a su guarida a los raptados para hacerse su baño con la sangre infantil consagrado a Lilith (la diosa de los vampiros) y poder conservar su belleza y poder.
Han sido muchas las veces que grupos de hombres han emprendido su búsqueda para cazarla. Organizados con estacas, armas de fuego, crucifijos y acompañados hasta por sacerdotes, han salido en plenas noches de luna llena (cuando ella más ataca), a intentar encontrar su escondite; el cual se dice está más allá de los montes, entre las grutas, después de pasar el rio y el cementerio. Pero pocas veces esos grupos han podido siquiera llegar hasta esa zona. Siempre sorpresivas tormentas, neblinas y hasta perros negros del tamaño de toros, han impedido que los hombres sigan avanzando y encuentren su morada.
Cuenta la leyenda que cierta ocasión un hombre llamado César, que vivía en el pueblo de Fresnillo Zacatecas; fue engañado con los ojos de Alexa, esta le hizo entregarle al único hijo que el hombre tenía. El hombre embobado no se percató de lo que había hecho hasta que su mujer lo sacó del idílico sueño en el que había entregado a su primogénito. Encolerizado, se armó con la cruz de su puerta  (según la cual no les había funcionado  porque solo tenía la bendición de dos sacerdotes) y una hacha. No pidió ayuda a nadie del pueblo ni la iglesia. Partió a medianoche —una hora después del botín de la vampiresa—, y su esposa desesperada fue a avisarle a su compadre. Este, valentón y con gran empatía por ellos, salió tras él con una antorcha y una escopeta. La esposa fue corriendo con el cura para que tocara la campana y convocara a los hombres para iniciar la caza.
El compadre apresuró el paso hasta que lo alcanzó a ver a lo lejos. Según cuenta este hombre, vio como César pudo atravesar el rio y el panteón hasta llegar a los montes y a la zona de las grutas, donde empezó a escalar y llegó a una planicie donde estaba la entrada a una cueva. El compadre se agazapó tras un árbol y gracias a la luz de la luna llena, pudo ver como su amigo se quedó un rato quieto viendo hacia la entrada cavernosa; entonces, apareció Alexa. Debía de haber hipnotizado a César, porque este se quedó petrificado, tiró el crucifijo y el hacha que llevaba en las manos y, según jura el compadre, se besó con la vampira. Después, tomados de la mano, se adentraron en la gruta y nunca más se volvió a ver  a César ni a su hijo.
La leyenda cuenta que aquel hombre se convirtió en vampiro y logró escalar en la jerarquía de la sangre hasta llegar a ser el emperador de la legión Zelta. Ahora se hace llamar Cesar Van Nistelroy y, junto a Alexa la gran vampira hechicera, siembran el terror entre todos los pueblos de Zacatecas.

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