lunes, 1 de mayo de 2017

Fragmentos de terror... DE BUENA APARIENCIA


Hay quien hereda los genes familiares, y quien los adquiere...


DE BUENA APARIENCIA 



Oscar siempre fue un tipo afortunado, la genética lo había privilegiado y como un hombre fogoso que era, siempre había tenido muchos amores y se acostaba con cuanta chica le gustase.

   Las mujeres a las que llevaba a la cama siempre le decían: “Tienes lo ojos de tu abuelo”, “tienes la boca de tu madre y la nariz de tu padre”, pero sobre todo les admiraba “los brazos musculosos del tío y los glúteos paraditos de la prima”. Era un cúmulo de virtudes y tenencias familiares. Todo un tipo afortunado. 



   Se miró en el espejo y se arregló esas cejas del primo que tanto le chuleaban. Tenía una cita en el sótano de su casa con una pelirroja de caderas despampanantes. Ya se había dado el lujo de despreciarlo una vez, pero al final cedería, tendría que hacerlo como todas. Y es que además de que se la follaría hasta el cansancio, como le encantaban sus rizos rojizos, pensaba quitárselos y usarlos de extensiones después de matarla. Así también tendría el cabello pelirrojo de la caderona.

   Al sonreír por última vez frente al espejo, se le movió la nariz de su padre, no terminaba de encajársele bien en el rostro y se desacomodaba constantemente; tendría que buscar otra nariz hermosa (y ahora que lo recordaba, tenía una prospecta oriental con una nariz respingada y sin imperfecciones). A pesar de ese inconveniente nasal, sabía que era un chico de buena apariencia.

Bajó al encuentro de su cita. La pelirroja ya estaba despierta, estaba amarrada a una silla. Vio con horror a Oscar y su cuerpo pegoteado con partes humanas.

   — No me veas así —le dijo con ternura, se acercó a ella y le puso la mano cerca del pegote que le había puesto en la boca—. Te voy a quitar esto, pero no grites, nadie te oirá y solo puedes arruinar los oídos de mi sobrino, son frágiles. Tu sabes, cuestiones genéticas —sonrió y le arrancó la cinta adhesiva de la boca.

   La mujer que por un momento parecía que iba a gritar, solo siguió viendo a Oscar con asco.

   — ¡Oh te gustan mis nalgas! —dijo Oscar poniéndose de lado para que lo viera—. Bueno son de mi prima, están firmes y paraditas.

   — Eres un degenerado y enfermo. ¿Cómo puedes tener todo eso puesto? ¿Que acaso no tienes identidad propia?

   Oscar cerró los ojos y una lagrima se le escurrió por ellos. Respiró profundo y le lanzó una bofetada a la pelirroja que casi la hizo desmayarse.

   — De pequeño nunca tuve ningún parecido con nadie. Mi familia siempre me decía que ni mis ojos, ni mi nariz, mi boca o nada de mi puto cuerpo tenia parecido con algún familiar. Por eso decidí que un día los callaría a todos y cada uno de ellos. —Se alejó de ella para admirarse frente a un espejo grande—. Y todos ellos me vieron como fui teniendo sus partes antes de matarlos. Ahora soy un festín genético familiar. Soy todos ellos.

   — ¡Eres una mierda!

   Oscar no aguantó más y golpeó a la mujer hasta desmayarla. Después le hizo el amor varias veces viva y muerta, de cada forma le daba su propio placer. Al final le cortó sus rizos y se los ajustó a su peluca.

   Se miró de nuevo en el espejo y su apariencia era casi perfecta, solo le faltaba esa nueva nariz de la asiática y unos bonitos senos, no sabía quién sería la afortunada de dárselos, pero ya la encontraría, no sería problema, al fin y al cabo, era un tipo con suerte y de buena apariencia.

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