lunes, 28 de agosto de 2017

Fragmentos de terror... OTRA OPORTUNIDAD


Todos merecemos una nueva oportunidad... independientemente de nuestra situación...


OTRA OPORTUNIDAD 



Esta vez las cosas tenían que ser diferentes, no podía ocurrir lo mismo. Se vio bajando por las escaleras al estacionamiento a lado iban sus padres. Miró con detenimiento los detalles para cerciorarse de que todo fuera igual: de nuevo la lámpara de en medio parpadeaba con lentitud y sobre el muro de la izquierda estaba garabateada la palabra Infierno.

  — Cinco consejos le dije al mesero —dijo su padre de nuevo, su madre sonrió otra vez, y eso significaba que era la misma situación. El dialogo de sus padres se repetía al final de las escaleras—. Mira hasta en este lugar hay vándalos —agregó al pasar por la pared—. No se salva uno de ellos.

  Todos los diálogos de nuevo, tenía que hacer algo y rápido.

  — Esperen —les dijo José a sus padres adelantándose y poniéndose entre ellos, al final de la escalera—. Debemos de regresar al restaurante. 






  Su papá lo miró extrañado. ¡Maldición! Ya había intentado eso antes y no le había funcionado.

  — ¿Y por qué debemos de regresar, José? —repitió la madre por enésima vez.

  — Bueno… —dijo José tratando de recordar las otras excusas para plantear una mejor—. Porque he olvidado algo.

  — Si, ¿y qué has olvidado?

  De nuevo venían los problemas, estaba enredado y no podía evitar la repetición de excusas. Miró de nuevo la lámpara parpadeante y el Infierno de la pared, entonces recordó un detalle más: su padre se había ensuciado su camisa de salsa del espagueti (de ahí los consejos al mesero imprudente), y la mancha estaba ahí presente de nuevo.

  — Se me olvidó mi juguete favorito— dijo al fin José sabiendo que un niño de diez años no tenía nada tan importante como para hacer que unos adultos regresasen cuatro pisos (el elevador no funcionaba) por él.

  — No traías ningún juguete, José. Yo mismo te hice que los dejaras —le dijo el padre sonriendo—. ¿Acaso quieres regresar por mas postre?

  Exacto, eso podía ser.

  — Si, deseo probar el budín de chocolate.

  El padre miró a su esposa un segundo, después vio su reloj.

  — En el camino hay una pastelería, ahí compraremos algo, es tarde para regresar. Quiso avanzar pero José seguía frente a él bloqueándole el paso—. Vámonos, hijo, hazte a un lado.

  El niño se quitó, estaba fracasando de nuevo.

  — ¿No entienden que es peligroso salir?

  — María —le dijo el padre a su esposa—, ya no quiero que el pequeño José vea televisión, ha desarrollado paranoia. No se diga más —agregó jalando a su esposa del brazo—. Vámonos.

  El niño se quedó quieto en el borde de la escalera, pensó en echarse a correr hacia arriba, eso podría hacer que sus padres no salieran al estacionamiento, aunque esta vez, la plática los había entretenido más, quizá las cosas ahora si cambiarían.

  El padre volteó fulminante hacia su hijo y este avanzó atrás de ellos.

  Abrieron la puerta que conducía al estacionamiento y en cuanto dieron un par de pasos, los sicarios salieron de un auto que estaba enfrente y descargaron sus armas sobre José y su familia. El niño miró como caía de nuevo junto con sus padres, muertos. Su espíritu se desprendió del cuerpo y tras un letargo nuboso, se vio succionado a otra escena. Abrió los ojos y estaba de nuevo en el restaurante con sus padres.

  — La cuenta mister — dijo el Padre de José, miró a su familia y les dijo—: Vamos a apurarnos, el elevador no sirve y hay que bajar cuatro pisos al estacionamiento.

  Salieron del restaurante y bajaron por las escaleras. José vio de nuevo la lámpara que parpadeaba y el grafiti Infierno en la pared. Tendría una nueva oportunidad para impedir que los volvieran a matar.


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